sábado, 27 de octubre de 2012

Sobre el vulgo I

Tomaré prestado el subtítulo de uno de los blogs más interesantes que hay por ahí para comenzar con el post. Dice lo siguiente: "La masa adeocenada por la ordinariez que nos bombardea diariamente desde los medios masivos"(http://eleganciaperdida.blogspot.com.es/). Y es que es precisamente de eso de lo que quiero hablar, la masa adocenada, el vulgo, infame masa de gente gris.

Obviamente está por todas partes, por eso es masa. Así que todos lo hemos visto. Esa señora de mediana edad con un jersey de pico gris, pantalón gris, zapatos negros de tacón medio y bisutería poco destacable con blusa blanca, quizá gafas. Quién no ha visto ese espécimen.

El equivalente masculino es el hombre que inevitablemente padecerá alopecia y llevará mocasines tipo sebago con un traje de cuello desbocado, hombros dos tallas más anchos, mangas algo largas, camisas ya desgastadas por el uso con bolsillo en el pecho y alguna corbata de color infame. A ese lo conocemos todos, basta con entrar a cualquier oficina/sucursal bancaria/agencia de viajes y ahí lo tendremos.

Por supuesto, el gusto de esa gente es exactamente el mismo que el del cubículo de al lado. Encima se pegan por subir por las escaleras mecánicas del metro, creando aglomeración de infame masa vulgar que no nos deja pasar a los que recordamos que tenemos piernas y podemos utilizar una escalera normal.

Profundizaré más en la masa en la próxima entrega de "Sobre el vulgo". 

jueves, 18 de octubre de 2012

Sobre el vestir, entrega II


" Teach us that wealth is not elegance, that profusion is not magnificence, that splendor is not beauty"
                                                                                                                     Benjamin Disraeli

Aquí va un segundo compendio de pensamientos y opiniones sobre el vestir. Desde que tuve la ocasión de conocer a Luca Rubinacci (bendito Club del Aristócrata) he empezado a interesarme por formas alternativas de vestir con elegancia fuera del formal y casi anodino clasicismo en que había caído. Así que hice lo que hace todo el mundo, meterme en internet a devorar información mayoritariamente inútil. Por otra parte, encontré cosas verdaderamente inspiradoras,  fuera de toda norma establecida, pero que me han parecido reflexiones interesantes, no obstante. Huelga decir que más de una la he puesto en práctica.

Si tengo algún lector (me estoy poniendo pretencioso, asumo que tengo lectores) que siga el protocolo inglés a rajatabla  le pido que por favor no me pegue ni se suicide. No quisiéramos perder a alguien elegante, que ya anda la elegancia en peligro de extinción. Avisados quedan, damas y caballeros, de que lo que a continuación escribiré aquí va más allá del romper una norma del vestir y puede ser directamente puro raro.

El caso es que el bolsillo del pecho de la americana se debe vestir. Quién diga lo contrario que se vaya. De hecho yo sigo la máxima de vestir todo bolsillo del pecho, sea americana, abrigo, o lo que lleve puesto. Bueno, el pijama no cuenta. Pero más allá de tener que vestirlo con un pañuelo, hay calcetines con colores y diseños verdaderamente interesantes. Y no complementa mal una corbata de lana cuando el look es invernal.  Recibió más miradas el sombrero que el calcetín, curioso resultado.

Siguiendo por el camino del pañuelo vi una foto de un tipo con un pañuelo en colores que creaban un magnífico contraste. De hecho casi parecían dos. No hay que ser un genio para adivinar la siguiente idea. Por que no crear una mezcla de colores utilizando más de un pañuelo. Y según veo la idea del calcetín y el pañuelo juntos se me ocurre que no los mezclaría, pero si alguien se atreve, que mande foto, quiero verlo.

No son pocos los caballeros que llevan alguna clase de pin, o adorno en el ojal de la solapa. Desgraciadamente, el clavel rojo no abunda. Bellísimo toque y quién se pone algo en el ojal suele hacerlo más bien mal. Pero voy a salirme de lo habitual como ya dije, y plenatear que un gemelo de nudo de colores le daría un interesante toque de color a esa blazer azul marino. Esa aún tengo que probarla, que mis gemelos son demasiado sobrios.

domingo, 14 de octubre de 2012

Sobre dos colores

Mis spectators, por supuesto
Hablemos de zapatos. De spectators. Que ya era hora de que dedicase alguna entrada a algo que no sea la crítica destructiva. Así de paso adjunto una foto de los mios.

Los Spectators se supone que los inventó John Lobb en 1868, o eso dice Wikipedia. Yo sé de más de un cubano convencido de que fueron inventados en Cuba. También se dice que se empezaron a poner de moda cuando dejaron de estarlo las polainas, para mantener el contraste bicolor.

En cualquier caso, el spectator es una de los más extravagantes zapatos comprendidos dentro del vestir clásico. En su mayoría, se ven en forma de oxford full brogue o saddle. Más el primero que el segundo, y aprovecho para jactarme de haber encontrado unos marrones half brogue, aunque tampoco importa mucho, ya ni el más abundante parece existir.

Pocos hombres hay, sobre todo en España, que se atrevan a ponerse algo que no sea un mocasín de tipo sebago . Qué decir entonces del spectator, si todo el mundo se pone algo que deriva de una zapatilla de andar por casa.  Uno recibe miradas de todo tipo, curiosa demostración si se tiene en cuenta que el derivado femenino, clásico modelo de Chanel, se acepta perfectamente, pero claro, parece que algo de extravagancia siendo hombre es menos llamativa en esas más que terribles camisetas de tirantes escotadas de marinero empobrecido con las que me meteré otro día.