jueves, 9 de agosto de 2012

Sobre el horror estival.

Fiel al título del blog, voy a confesar que temo al verano. Bueno, temo por mis córneas, para ser más exactos.

Siempre me he preguntado qué tiene el verano que hace tanto mal a la humanidad. Porque el verano es fábrica de horrores allá dónde la temperatura hace a uno sudar. Cuando uno sale a la calle en estos meses, se pregunta qué mal le ha hecho al mundo para verse obligado a ver la cúspide de lo antiestético, depravados especímenes de gran envergadura, que deciden que el ponerse una camiseta de tirantes con sandalias es una buena idea.

Cabe hacer hincapié en que, nunca, bajo ninguna circunstancia ni posibilidad que pueda ser tenida en cuenta, los pies que dejarán ver las sandalias serán bellos. Ni estéticos. El ser que así se viste profesa una fe particular, conocida únicamente por seres de la misma calaña. Estoy completamente seguro de que tienen expresamente prohibido por su mugriento testamento la higiene de las uñas de los pies, cuya amarilla tonalidad exhiben sin ningún pudor.

Ante semejante espectáculo sólo queda pues mirar al frente. Pero no es sencillo, ya que irá coronado el ser por alguna gorra de publicidad que debió haber visto terminados sus días hace varias décadas. Quemada, preferiblemente. Con napalm. Y uno sabe, inevitablemente, que quién lleva ese aspecto tiene por lugar de culto a su particular deidad de la mugre y la fealdad el bar de la esquina.

El bar, lugar de sacro valor donde la camiseta de tirantes con gorra se unirá a sus congéneres en simiescos berridos dignos de cualquier otra especie, para mediante los mismos tratar de impulsar a su jugador de fútbol favorito. Pero con el futbolero feo y poco sofisticado de mediana edad me meteré otro día, que estábamos hablando de la estética estival.

No hay que olvidarse de la mujer. Hay gente que no tiene complejos. Será muy bueno para la autoestima, pero el saber que se tiene una envergadura determinada y el ser consciente de las limitaciones que esto supone no estaría de más. Seguro que varias personas mueren al año por alguna complicación cardiovascular derivada de comprimir la arteria femoral con pantalones con no más tela que unos panties varias tallas menos de lo que sus abundantes muslos requieren.

Y, digo yo, ¿una camisa de lino holgada no será más fresca? Más ligera, más transpirable y no destruye la visión de ningún pobre transeúnte con un mínimo sentido de la estética. Pero claro, la visión de que una camisa da calor es todopoderosa y nada tiene que hacer el ser de la camiseta de tirantes frente a ella.

2 comentarios:

  1. Sin duda el caballero de este blog tiene una intención inmejorable, sin embargo tiene pequeños (ínfimos) fallos de acentuación que pese a pasar desapercibidos ante la mayoría a algunos nos causan una ligera (ligerísima pues los errores son minúsculos) quemazón ocular (más bien ligera urticaria). Esperemos se solucionen con brevedad para seguir gozando del blog sin molestias. Un saludo cordial y reverenciado.

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    1. Eso me pasa por pecar de impaciente y escribir las cosas en cinco minutos sin revisar nada después. Gracias por la observación.

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